martes, 5 de abril de 2011

Maldita perfección.

Va a ser muy fácil, tu solo cierra los ojos y escribirás las líneas necesarias; cada renglón quedará bien con el otro y si no es así se dirá que es artístico. Tu solo gana el prestigio, que después, escribas lo que escribas, tu nombre seguirá siendo el mismo. Te señalarán como la persona que hechiza las letras e increíblemente forma palabras. Debes rechazar la perfección, debes amar la imperfección; no es simple, es simplemente así. Sobre todo, huye de la perfección que es tentadora y recuerda que para ella no quedan vacantes. Recuerda también que la gente que la ha conseguido (no solo en sus escritos, si no también en su ropa, en su voz o en su sonrisa) ya no la quiere, la detesta. Porque... Si ya tenemos ganada la perfección, ¿qué hacemos aquí, viviendo? Nadie es perfecto, pero ahora con tus palabras, quiero que tú intentes serlo. Todos sabemos que el mundo es una competición, y queremos quedar entre los primeros, entre los mejores, los superiores; pero ten en cuenta: cuando tu no ganas, es porque has hecho que otra persona sí lo haga. Crea magia con tus palabras, y con que te encuentres a un buen mago o a una buena maga que entienda de ello, también te entenderán a ti. Aunque, si tu no lees porque ellos te lean, ellos no matarán por leerte.

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